De Infancias poco felices

13 feb 2008

El pasado domingo, el diario Perfil publicó un informe acerca de los 53 proyectos que duermen, literalmente, en el Congreso y que tienen como finalidad alcanzar un régimen de penalidades a los menores, más adecuado (o no) que el actual. Paradójicamente, las estadísticas indican que el delito juvenil crece junto a la tendencia de los barrios armados y a pesar de esto, ninguno de estos expedientes legislativos está cerca de ver la luz, al menos para ser debatido.

Esta reseña viene para introducir fragmentos de una entrevista al periodista y escritor Reynaldo Sietecase, quien el año pasado publicó “Pendejos”, un libro de cuentos que tienen en común el protagonismo de un chico que mata. Más allá de los guiños a los lectores más empapados con las páginas de los policiales, no dejan de ser atragantes y obligan a reflexionar acerca de este fenómeno macabro que supera clases sociales y fronteras geográficas (sólo basta pensar en “Bowling for Columbine” y Virginia Tech, entre otros).

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Reynaldo Sietecase y su libro Pendejos

Cuentos crueles de los niños que

desafinan en el coro de los contentos

Por Cecilia Díaz

Sin duda, la imaginación es la materia prima de todo escritor que junto con la capacidad de asombro ante las situaciones que parecen incomprensibles, puede dar origen a un puñado de historias extraídas de la realidad, pero que por la vorágine de los medios se pierden en la memoria. Rescatarlas y resignificarlas fue el gusto que se dio el periodista Reynaldo Sietecase en su libro de cuentos “Pendejos”.

Desde su adolescencia, el autor trabajó con las palabras en revistas culturales y escribió poesía en su Rosario natal. Si bien la oportunidad de ganarse la vida en una redacción llegó más tarde y “por azar”, en él siempre “conviven sin mayor conflicto, como dos oficios, la literatura y el periodismo, la bella y la bestia”, describe.

Sus anteriores obras no son tan conocidas, de alguna forma el reconocimiento lo alcanzó bajo las luces de la televisión y su personaje de periodista le pertenece al público masivo. Pero Sietecase no abandona el mundo de las letras ya que lo seduce por “la libertad que te da la literatura, esa posibilidad de juego de contar cosas de uno, de referencias del laburo, por eso siempre aparece un poco de periodismo”.

“Hace unos años, apareció en el programa de radio Laura Mussa, una especialista en seguridad, que mencionó que en Argentina había una docena de menores condenados a perpetua”, recuerda el escritor con el tono del periodista. El dato retumbó en su cabeza. Como un profesional pensó en las alternativas para contar esas historias perdidas y optó por el cuento ya que al “indagar sobre el tema, había tanto lenguaje de expediente que no conmueve a nadie desde el periodismo”.

En Pendejos se reúnen diez relatos cortos, que tienen en común a un menor de 18 años que comete un asesinato violento, basados en hechos reales pero en clave de ficción. Cada historia toma impulso a partir de ciertos datos de las causas judiciales y los artículos de los diarios, pero para su realización el autor se dejó llevar por su imaginación y en muchos casos, le arrebató la palabra a los protagonistas.

“La voz de la literatura es mucho más potente que la del periodismo para contar determinadas cuestiones. Además, muchos de estos casos ya la gente los había leído en los diarios”, sostiene el escritor. Por lo tanto, era un reto sorprender al lector. Para Sietecase, “había dos desafíos: uno desde el punto de vista del contenido, que el libro no bajara línea y el otro, era cómo contar diez historias, donde el protagonismo eran menores que matan”.

Sobre la elección de descartar cualquier exactitud en los relatos, el escritor explica que “el periodismo tiene un compromiso que es con la verdad y eso es sagrado. Y la literatura no tiene compromisos con nadie. Son diametralmente opuestos en ese aspecto”. De ese modo, hechos ampliamente difundidos por los medios de comunicación como los asesinatos en Carmen de Patagones y el tirador de Belgrano presentan diferencias con la realidad justificadas por el género.

Hacer visible lo invisible

“¿Por qué cuentos tan crueles?”, reflexionó y escribió por mail un amigo de Reynaldo Sietecase desde Londres acerca del primer borrador de Pendejos. Y el autor aún sorprendido por la impresión generada, hoy se justifica al decir: “el objetivo de la literatura, aunque sea políticamente incorrecto decirlo, es entretener”.

A pesar de las metas determinadas, el libro de cuentos cortos recibió el apoyo de UNICEF por hacer visible una realidad de América Latina: los menores que sufrieron crímenes no sólo como victimarios sino como víctimas, porque “el 70 por ciento de los delitos que se cometen en Argentina son a manos de menores de 18 y el 50 por ciento de las victimas son también menores”, explica el periodista.

En un principio, el autor confiesa que no esperaba la repercusión del libro y temía que fuera entendido como el argumento para las políticas calificadas de mano dura. Todo lo contrario, Sietecase manifiesta su preocupación por el desamparo de la niñez: “hay diecisiete proyectos para crear un régimen penal para menores, pero cada vez que hay un menor protagonizando un delito y ya todos se rasgan las vestiduras, dicen: ‘hay q bajar la edad de imputabilidad’, todas soluciones facilistas, tontas. El juicio UNICEF es la mejor solución y no en cárceles argentinas que son lugares de no retorno”.

Los cuentos de Pendejos son intensos, efectivamente crueles, invitan a reflexionar por su realismo y rompen con el estereotipo de vincular el crimen con la marginalidad. Sobre este efecto, el autor comenta que “la violencia tiene razones muy complejas, por eso hay varios casos de clase media y media alta, que también matan y de manera terrible”. De todos modos, “hay gente que se gasta en una cena lo que gana un jubilado. Con estos niveles de inseguridad e injusticia, no se puede no tener una sociedad no violenta”, sostiene Sietecase y advierte que “es un milagro que haya tan poca inseguridad”.

Asimismo, el autor defiende con vehemencia su idea de que “las sociedades se definen por los crímenes”, los móviles no varían ya que “las pasiones centrales como el amor, la venganza y los celos movilizan al hombre y a la literatura en el fondo de la historia”. Sietecase afirma con reservas que “la desaparición de personas es una manera argentina de matar como los crímenes seriales son de Estados Unidos”. En el estilo criollo, según el autor de Pendejos, “está la fantasía de la desaparición del cuerpo del delito”.

Como corolario de su obra, el escritor alcanza a explicar cuáles son los factores de la criminalidad juvenil que traspasan todos sus relatos, entre ellos “la cercanía con las armas, en muchos casos, la droga y la más importante: la desintegración familiar”, enumera el periodista con sorpresa.

Pero el prejuicio sobre la pobreza como cuna de la delincuencia existe y pesa al momento de la resolución del Estado. “La mayoría de chicos marginales que cometen un delito termina preso o muerto, en cambio chicos de clase media- media alta terminan en un psiquiátrico con tratamiento y terminan siendo declarados inimputables”, argumenta Sietecase.

Como consecuencia, el destino de estos menores dibuja “un retrato de la justicia donde el poderoso tiene más posibilidades de zafar que el que no tiene dinero”. Por eso, el autor interpela: “el Estado en este momento tiene veinte mil menores bajo custodia, algunos presos y otros en institutos. ¿Qué está pasando en este momento con esos pibes? ¿Cuántos de ellos tienen posibilidades de crecer y reintegrarse en la sociedad?”.

Pendejos

“Se iba a llamar ‘Niños de mala muerte’, que es bastante poético, pero apareció ‘Pendejos’ que cerraba como metáfora, esto de ocultar los vellos púbicos que no vemos o que preferimos no ver”, reveló el autor sobre la búsqueda del título de este grupo de cuentos crueles y agrega: “estos chicos, lamentablemente, se hacen visibles sólo cuando matan, hasta que no matan parece como que no pasara nada”.

A pesar de que el autor no quería volcar una moraleja u opinión moral, sólo contar historias de un modo atractivo, quizás su postura sobre el tema pueda vislumbrarse a través de la cita que precede a la obra, que es pequeño texto del brasilero Torcuato Neto (uno de los pioneros del Tropicalismo, junto a Caetano Veloso y Gilberto Gil) que reza: “vas bicho a desafinar en el coro de los contentos”. Para Sietecase es una síntesis de su creador, “él había llegado a desafinar al punto que no soportó lo que pasaba en Brasil. Se suicidó en plena dictadura”.

Esa idea es la fuerza que funciona como denominador de mucha gente y especialmente de los chicos que forman parte de Pendejos que “son los desafinados del sistema: o les enseñamos a entonar, o vamos a tener problemas todos, no sólo ellos”, sentencia Reynaldo Sietecase.

* Trayectoria literaria de Reynaldo Sietecase: crónicas como El viajero que huye (1994), Bares (1997), libros de poesía como Y las cárceles vuelan (1986), Cierta curiosidad por las tetas (1989), Instrucciones para la noche de bodas (1992), Fiesta rara (1996), Pintura negra (2000); la novela policial Un Crimen Argentino (2002) y cuentos como Pendejos (2007).

11 voces:

Cecilia Díaz dijo...

Una de las cosas que tiene la arbitrariedad de manejar un espacio, es por ejemplo, publicar sobre estos temas poco simpáticos y con una extensión menos atractiva para el lector.

Ojala que sea leído y dispare alguna reflexión al respecto.

Wonder dijo...

Qué te puedo decir... No puedo asociar tan fácilmente a estos chicos con otras masacres ocurridas en el Primer Mundo. Me parece que son cosas distintas.
Acá el tema fundamental es la educación. Obvio que el hambre, la pobreza, la violencia que maman desde pequeños, una alimentación paupérrima en nutrientes, falta de amor y de presencia paternas, también son factores desencadenantes.
Pero todo baja y toca directa o tangencialmente a la educación. Y no sólo la de ellos (que no existe) sino la del núcleo que los envuelve y los educa, de sus padres, de sus contactos... Es una cadena con muchos eslabones rotos.
Me imagino que habrás leído a Chomsky que habla mucho de este tema en América Latina desde una mirada extranjera. Un autor interesantísimo.
Muy buen posteo.
Beso.

Cecilia Díaz dijo...

Wonder: Interesante lo que planteas. Casi estamos en los mismo la educación esta en dos pilares: la familia y el Estado. En América Latina, el Estado fue desgarrado, no queda nada y en algún punto, fue el creador de ntra sociedad civil (me refiero a ley 1420, estimulación a la inmigración, el modelo agroexportador configuró un tipo de sociedad q hoy ya no existe como tal). Por ende, no hay lazos familiares fuertes que puedan contener a estos chicos que finalmente terminan en el crimen.

Seguramente que en Estados Unidos o en los supuestos países desarrollados esto no ocurra en cuanto al Estado. Pero hay otros factores como el acceso a las armas, el consumismo tan valorado y la discriminación. Así tmb se generan esas masacres.

Coíncido que falta educación y tmb amor, es fundamental.

Gracias por tu comentario reflexivo.

Natiii dijo...

Pasé rapidito y me encuentro con un post al que vale la pena leerlo con tranquilidad... Así que me retiro pero prometo volver y comentar algo referido al tema jaja

Besillos!

Natiii dijo...

Muy interesante el post che... y muy bueno lo de haber conectado los cuentos con la realidad que vivimos...

Definitivamente, crueles o no, son cosas que pasan. Que pasan todos los días, en todos lados y al lado nuestro por la calle.

Algo que no tiene mucho que ver pero que te comento, qué se yo por qué...

El otro día miraba policías en acción en méxico... y veía cómo hablaba la gente humilde, pobre, cómo fundamentaba para que no los desalojen, cómo criticaban el gobierno, etc. y me dio tristeza.
Me puse a pensar en la diferencia de la pobreza en Argentina y allá. Antes uno veía a la gente humilde de la Argentina hablar con propiedad, demostrar educación y sentido crítico, además de dignidad. No quiero decir que hoy en día no queden humildes así, pero son pocos... Eso agrega un problema más al tuyo de la violencia y del delito juvenil, ¿no te parece?

Cecilia Díaz dijo...

Natiii:

Gracias por cumplir la promesa y comprometerte con el comentario. Efectivamente, son cosas q pasan... pero la idea es preguntarse porque pasan. EN cuanto a la crueldad tiene q ver con el modo en q están contados y q en ultima instancia y lamentablemente son reales.

El ejemplo q me brindas acerca de México (no hay programa q me parezca más desagradable q "policías en acción" en ARg.) muestra, creo, lo q veníamos hablando con Wonder en los comentarios anteriores, acerca de la falta de educación, en lo referente a la incapacidad de generar pensamiento crítico para defenderse ante el poder.
Habrá que preguntarnos q hacemos nosotros para generarlo ya q tenemos/tuvimos la suerte de estudiar y poder expresarnos.

Saludos!

Unknown dijo...

Es interesante la entrevista. Igual, no dicen las estadísticas que haya un aumento del delito -que dicho así además, quiere decir poco. Las estísticas muestran una curva descendente de los delitos a la propiedad cuando descienden indicadores sociales, y un aumento en la violencia de los delitos cuando se ensancha la desigualdad (visto más gráficamente en el indicador de Tasa de Gini)
Y otra cosa, Cecilia: suelo leer tu blog y me parece interesante. Pero te lo tengo que decir: el modelo agroexportador (y la idea reaccionaria y nunca vista en la historia nacional del estado y la familia como pilares d ela sociedad) nunca logró bajar las tasas de delitos, sino aumentarlas por los dos factores dichos arriba.
saludos.

Cecilia Díaz dijo...

Lucas:

El post no estuvo inspirado en el aumento del delito juvenil, sino en q existe y a partir de ahí, pensar cuál es el mejor tratamiento de esos chicos. Por eso me pareció preocupante la cantidad de proyectos legislativos sin debate.

Otro tema q planteas en tu comentario y q me gustaría aclarar, es que me atribuís la "idea reaccionaria" de considerar a la familia y al EStado como pilares de la sociedad. Sólo me baso en el modo en que se construyó nuestro país. Primero surgió el Estado y luego estableció quienes serían parte de su sociedad civil y quienes no (aborígenes, negros, gauchos),sólo por darte un ejemplo.

No dudo en que la desigualdad social sea el factor que influya en el delito. Es más creo que esa idea esta en la entrevista. Que siempre existió la desigualdad entre clases tampoco lo pongo en duda, pero los niveles son altísimos desde hace más de una década. Desde hace unos pocos años, hay crecimiento económico y según las estadísticas oficiales (tomarlo con pinzas), la pobreza, el desempleo y la indigencia bajaron.
Ahora bien, reitero ¿qué hacemos con los menores que están en reformatorios y los que día a día matan? Y no sólo hablo de quienes lo hacen en situaciones delictivas, sino incluyo a la violencia familiar. ¿Por qué un chico de clase alta que mata a miembros de su familia o a compañeros, termina con atención psicológica, mientras que un chico de la villa si hace lo mismo o apenas roba, termina en un reformatorio (lo llamaría deformatorio) y con pedido de perpetua?

Gracias Lucas por tu comentario que me permitió ampliar estas ideas.

Saludos

Unknown dijo...

Cecilia, en ese enfoque más fino que haces coincidimos en casi todo. Ecxepto en dos cosas: es mejor la atención del estado (aún antes de la tormenta neoliberal, la clásica novela de E. Medina, Las Tumbas, es un ejemplo) a sectores vulnerables a la delincuencia hoy que antes, es más sofisticada. Lo segundo que no concuenrdo es en que el estado se halla formado de acuerdo a lo que planteas, creo que ni Halperín Donghi, que es un liberal de derecha con estilo, lo suscribiría. Pero en el resto, el núcleo, estamos de acuerdo. Y sí, la entrevista plantea la desigualdad social como eje, y cierto desconcierto (propio de un pensamiento más literiario que sociológico) ante la irracionalidad de la violencia.
Saludos.

Anónimo dijo...

es mi primera visita (llegué desde el blog de wonder) y verdaderamente es excelente este post.
Lo que refleja Sietecase no admite discusiones, pese a que generalmente no concuerdo profesionalmente. Y si tuviera que escribir una reflexión tal vez sería menos simpática y más extensa que el mismo post.
Y aunque generalmente usamos los blogs para otras cuestiones, está muy bueno encontrar este tipo de invitaciones al pensamiento.
beso grande.

Cecilia Díaz dijo...

Lucas:

Me alegro que el comentario te haya aclarado ciertas ideas. Seguiremos en descuerdo acerca del rol de Estado en la actualidad sobre estos chicos.
En segundo lugar, el planteo sobre el surgimiento del Estado Argentino como anterior a la soc. civil viene de la diferencia del modo en que surgieron los Estados modernos en Europa, en donde los nacionalismos los formaron. En cambio, aquí no hubo nacionalismos sino luchas por cómo se organiza un país.De ese modo, se afirma q el Estado formó a la soc. civil mediante leyes y el movimiento del ejército.

SAludos y espero tu visita en próximos post.

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Francotirador:

Muchas gracias por tus halagos. Obviamente, si venís de WW estás bienvenido!
Concuerdo con vos en lo dificil que puede llegar a ser a este tipo de conclusiones.

SAludos!