La muerte de Juan Alberto Badía desencadenó un homenaje en
cadena nacional con archivos, entrevistas y análisis de la figura mediática. En ese recorrido, había dos
líneas que se destacaban en todos los medios de comunicación. Por un lado, la
nostalgia por el memorable “Badía y Compañía”, que captaba el espíritu de la
primavera democrática y la riqueza de la cultura popular que se volvía
accesible a las audiencias masivas. Por otro lado, el desprecio por la
televisión pública y el olvido selectivo sobre las consecuencias de la
privatización del espectro radioeléctrico que justamente, dejó a ese mítico
programa sin pantalla.
En este cambio de época, en el que los ciudadanos a pie –consumidores
de medios- están más informados –y formados- en la lectura de los discursos, se
replica esta añoranza por un programa y un conductor que hacía culto al respeto
por el entrevistado, la cultura y el arte y el espacio a las nuevas voces.
Otros aspectos destacados en el homenaje mass mediático
fueron las iniciativas de Badía por recorrer el país o generar el clima
intimista de un estudio de radio, bajo los reflectores de la televisión. Estas
características no son más que el federalismo y el sentido de una comunicación
no comercial, verdaderamente social con un objetivo de encuentro y no de venta.
Banderas enarboladas y “aguantadas” por los ámbitos académicos y organizaciones
sociales excluidas del decreto ley de Radiodifusión –vigente y vetusto hasta el
siglo XXI-.
Sin embargo, los canales privados obviaron la trayectoria de
Juan Alberto Badía en la Televisión Pública donde se desempeñó antes de su
enfermedad. Vale recordar el ciclo “Badía en concierto” con artistas de todos los
géneros que compartían un living y tocaban en vivo. O el magazine “Estudio País”,
con un fuerte sentido federal con voces representativas de cada provincia o el
concurso de preguntas y respuestas del Bicentenario, con participantes de
distintas edades sobre cultura general argentina. Estos ciclos no aparecieron
en los archivos. Incluso, hubo comunicadores que decían “se tuvo que ir a ATC,
porque no tenía más lugar”, de un modo despectivo, pero esa era la única
pantalla para continuar con los valores que sostuvo Badía a lo largo de su
trayectoria.
Es raro que este nivel de ocultamiento llega a la exposición
de la contradicción cuando, por ejemplo, tn reproduce entrevistas en 360 tv,
una señal digital que en Cablevisión (y otras operadoras) no incluyen en su
grilla. Más allá del dolor por la perdida del conductor, se hicieron malabares
para mostrar que esa nostalgia de la compañía comenzó hace más de 20 años
cuando el paradigma de la comunicación se tiñó de neoliberalismo.