Entonces la consigna es "conmemorar", esto es "con memoria", lo que pasó. No se trata de rencores sino exigirle al Estado y a muchos sectores de poder, su mea culpa, y el debido resarcimiento por aterrorizar a la sociedad. Ya se logró la anulación de las llamadas "Leyes del Perdón", pero los juicios están atascados y muchos acusados gozan de libertad, de una impunidad de más de tres décadas. Junto al hecho que aún hay una parte importante del Poder Judicial cuyo personal fue nombrado en ese período, a cambio de priorizar la "Seguridad Nacional" sobre los Derechos Humanos.
La última línea del párrafo anterior parece muy actual, si nos guiamos por lo publicado en este mes en muchos medios: Seguridad/Inseguridad, Mano Dura/Derechos Humanos. Con una repetición incesante, hubo canales que salvaron su programación por el lapso de dos semanas. Tal es el caso de América, cuyos noticieros dedicaron más de mitad de la emisión a notas de la inseguridad reforzadas por las intervenciones de su conductor, Guillermo Andino, que estuvieron más cerca de ser incendiarias que de generar calma.
Podríamos decir que el periodismo tiene la obligación de cubrir los hechos y efectivamente, hay robos, secuestros y sobretodo, violencia. Pero hay modos de presentarlos vinculados a la ideología del medio. Sin embargo, este canal no es sólo de noticias, sino que gran parte de las horas destinadas al "espectáculo" fueron rellenadas hablando de la inseguridad y los modos más fáciles de solucionar un problema de décadas de gestación. Así escuchamos a Susana "El que mata tiene que morir" Giménez, Marcelo "siempre fui defensor de los derechos humanos" Tinelli, Cacho "que pongan un muro en la Plaza de Mayo" Castaña y Patricio "hay que darle Paco a todos los pibes, así se mueren más rápido" Giménez. Estos representantes de "la voz del pueblo" (aquí viene el cuestionamiento si uno es del pueblo o a dónde pertenece, no?) llenaron el aire de la tele y de un canal cuyo dueño arma su carrera política a base de "su propuesta" (¿?) para solucionar la inseguridad. Sin embargo, Francisco De Narváez luego no se presenta en el Congreso para discutir las leyes que buscan proteger a las mujeres víctimas de violencia familiar. Claro, porque eso no es inseguridad, sino "un delito del orden privado", dicen quienes no se preocupan.
En esos discursos desfilaron rasgos de ese pasado sombrío bajo el título del "sentido común" y en medios de comunicación desregulados por el Decreto-ley de radiodifusión nacido en la última dictadura militar. Años más tarde y en democracia, diferentes gobiernos otorgaron más concesiones a las grandes empresas. Hoy aparece un proyecto para cambiarlo. Una reforma necesaria e importante ya que toca un sector muy concentrado y, obviamente, se viene un tiempo de puja feroz de poderes. Sería interesante que en la nueva ley se obligara a las empresas mediáticas a expresar su apoyo a un candidato o partido en tiempos eleccionarios y se prohiba la propiedad de las licencias a quienes tengan puestos en cualquier de los tres poderes o en empresas de otro rubro, para que también quienes son formadores de la opinión pública les llegue la hora de la memoria, la verdad y la justicia.